La muerte

Hay quienes dicen que cada persona tiene dos muertes: la primera cuando exhala su último aliento; y la segunda cuando desaparece la última memoria que había de su persona. Esta ida viene de la célebre frase atribuida a Ernets Hemingway: "todo hombre tiene dos muertes, cuando es enterrado en la tierra y la última vez que alguien dice su nombre. De cierta manera, los hombres pueden ser inmortales". Esta frase se acerca a la idea inicial mas no es exactamente lo mismo. La mía me parece más acertada. Pero independientemente de cómo está enunciada la frase, veamos de cerca el significado detrás de la idea que retoman hasta en las películas de Hollywood, Coco y El Libro de la Vida.

¿Qué es la muerte? Parece que es el concepto, por más que todos lo conozcamos y comprendamos, nos evade en el momento en que tratamos de asignarle palabras. Sabemos que la muerte es la única certidumbre en nuestras vidas y el único escape de nuestra realidad pero no sabemos si es el último momento, si es el final o si hay algo después de ella; sabemos que la muerte es cuando nuestro corazón deja de latir y sabemos que nadie puede regresar de la muerte, pero ha habido casos de corazones que dejan a latir y antes de que pase mucho tiempo los doctores logran reactivarlo lo cual incita al debate: ¿realmente estamos muertos cuando se detiene nuestro corazón? Parece que tiene que haber cierto factor de permanencia para que la muerte sea definitiva,

Se supone que una vez muertos, nuestro cuerpo no se puede mover, pero un laboratorio de preparatoria con una rana y una máquina de toques puede comprobar lo contrario.¿Estamos realmente muertos en algún momento? ¿Es posible dejar de sufrir? ¿dejar de sentir? La verdad es que no sabemos. No sabemos si hay algo después de la muerte, si hay cielo o infierno, si reencarnamos en una vaca o si nos vamos a Valhalla. Puede que este mundo, esta dimensión que llamamos realidad sea el infierno y puede que sea el mismo paraíso; puede que todas las almas que nos han abandonado estén esperando el día del juicio final en alguna dimensión desconocida o que nos estén esperando en el Infierno, en el Purgatorio o en el Cielo, o puede que sus fantasmas estén tratando de espantar a los nuevos dueños de la casa abandonada, o puede que sean todos inquilinos en los corazones de sus descendientes. Como en tantas cosas en esta vida, por más que suene como la salida fácil, no sabemos nada.

¿Qué sucede cuando no sabemos nada? Como con la realidad, lo que importa no es lo que sabemos, si no lo que creemos; de lo que estamos convencidos, pues es eso lo que dictará nuestras acciones. Hablando con mis compañeros, Enrique y Daniel, llegué a una conclusión: la muerte es lo que le da sentido a la vida porque la muerte es lo que le da valor al tiempo.

Pensémoslo. Si la vida fuera eterna, no tendría valor. El valor de algo está en que es finito. Eso lo hace precioso. Es valioso porque no lo puedes dar por sentado, porque lo puedes perder. Si viviéramos cada día como si fuera nuestro último, aprovecharíamos mucho más nuestro tiempo, haríamos muchas más cosas, seríamos mucho más productivos. Es como cuando tienes una tarea que se entrega en una semana. No haces nada hasta que falta un día para la fecha límite y ahí sí te pones las pilas porque el tiempo se acaba.

Yo creo que tras la muerte, abandonamos este mundo aunque sea en cuanto a nuestra voluntad. No tenemos control sobre quién vive, quién muere ni quién cuenta nuestra historia (Hamilton 2020). Podemos seguir afectando a quienes viven, incluso después de la muerte, definitivamente, pero eso depende del legado que construimos en vida. Yo creo que hay algo después de la muerte, sí. No sé qué sea, pero algo. Si me equivoco, jamás lo sabré pero mínimo así, vivo con curiosidad y no tanto con miedo a la muerte. A lo que sí le tengo miedo, es a no hacer suficiente con mi vida, a no vivir lo suficiente; a no aprovechar mi vida, a no vivirla al máximo. Pero se ha vuelto tan difícil vivir, con la pandemia y la eterna tentación de las redes sociales y los videojuegos y otros vicios que te hacen perder el tiempo, todas esas constantes distracciones y limitantes que nos sirven de excusas para no hacer nada; nos envolvemos en ellas como si fueran una armadura  decimos que haremos algo en ese período abstracto y eterno del más tarde.

Creo que una cosa es morir y otra cosa es no vivir. Creo que vivir verdaderamente, implica sentir, implica hacer, implica elegir, implica equivocar, implica aprender. Y es muy preferible morir a no vivir. Eso creo yo.



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